miércoles, 31 de diciembre de 2008

miércoles, 24 de diciembre de 2008

domingo, 7 de diciembre de 2008

Fábula en el bosque

Gary B. Swanson

Había una vez un arbolito cuya ambición era crecer y crecer hasta convertirse en el árbol más grande y fuerte del bosque. Miraba a los grandes árboles con sus muchas ramas y se decía así mismo: “Ya van a ver. Algún día seré el Rey de la Montaña”. Era una ambición muy grande para arbolito tan tierno y pequeño que trataba de levantarse en medio de sus gigantes vecinos.

A pesar de que le encantaba la protección de los grandes árboles, resentía el hecho de que le andaban dando consejos, tales como mantén tus hojas mirando al sol, trata de profundizar tus raíces. Esto le irritaba profundamente. Acaso no tenía él sentido común? Había un consejo que le molestaba al extremo: “no trate de crecer junto a un árbol grande. Los nutrientes del suelo no pueden alimentar árboles que crecen muy cerca el uno del otro”. Aquí fue donde el arbolito se rebeló. Estaba muy orgulloso porque estaba creciendo a la sombra de un gigante, poderoso roble cerca de la cima. Su pensamiento era que estaba creciendo protegido de los fuertes vientos, allí podría desarrollarse en un fuerte árbol hasta el día en que un rayo acabara con su vecino. Entonces el se levantaría de las sombras y llegaría a ser el rey. Sus vecinos odiaban sus pretensiones, pero el arbolito seguía creciendo. Cuando el fuerte viento venía, su vecino recibía el golpe más fuerte, cuando el granizo golpeaba la montaña, el vecino sufría la pedrera, cuando la nieve caía, las fuertes ramas del vecino protegían el arbolito. La vida era muy suave para aquel que quería ser un día el rey. No tenía mucho de que preocuparse.

Un día gris, cuando las nubes se enrollaban a través del espacio semejando una manada de búfalos, los planes del arbolito llegaron a su fase final. Rayos rompieron el espacio y golpearon el gigantesco árbol en su copa abriéndolo en dos hasta la raíz. Ah! dijo el arbolito, llegó mi oportunidad. A medida que las nubes fueron desapareciendo, el sol lanzaba rayos dorados sobre la cumbre de la montaña iluminando el arbolito como si Dios mismo estuviera ordenando su coronación.
Todos los árboles del bosque estaban impresionados. Parecía que había otra manera de llegar a ser alguien.

Al llegar el invierno, los árboles del bosque notaron que la equivocación del arbolito lo llevaba a su fin. Sin su fuerte vecino tenía que enfrentar los elementos del tiempo sin haber desarrollado la fortaleza necesaria. Ahora tendría que doblarse y torcerse bajo el rigor del viento, soportar los golpes del granizo sus débiles ramas, caer bajo el peso de la nieve! Porque había crecido muy cerca del gigante, en la superficie del suelo, el pobre arbolito no estaba preparado para la gran responsabilidad que le venía encima momentáneamente.

A medida que la nieve fue derritiéndose lentamente, deslizándose por la ladera de la montaña, el arbolito con sus ramas rotas y torcidas perdió su estabilidad y cayó sobre el suelo. En lugar de dominar la cima de la montaña por siglos como había soñado, el triste arbolito perdió su reino en menos de una estación. Los árboles centenarios movieron sus cabezas y un susurro se oyó entre las ramas —el viejo adagio pasó de un árbol a otro: “Nunca crezcas a la sombra de otro árbol”.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Terra Firme

Por Roger Balmer

En tiempos pasados la villa de Terra Firme fue el hogar de un maravilloso hombre conocido por todos como el Primer y Gran Arquitecto. Ese hombre compartió con todos el concepto fundamental de que uno más uno es igual a dos (1+1=2). Desafortunadamente ese hombre tuvo que salir repentinamente del lugar para nunca volver. Dejó un buen grupo de alumnos, fieles seguidores que se esforzaron por compartir con toda la gente el concepto básico de 1+1=2. Se fundaron escuelas por todas partes y, a pesar de sufrir oposición, tuvieron gran éxito.

Pasaron siglos y Terra Firme crecía a paso acelerado. Su gente prosperaba. Todos vivían felices y la paz reinaba en la ciudad. De pronto, la vida empezó a ponerse más complicada y sofisticada. Sus habitantes descuidaron el principio 1+1=2, pensando que necesitaban algo más moderno que los pusiera a tono con la nueva era.

Quedaba, sin embargo, un grupito de arquitectos que observaban las novedades de la vida moderna con mucha tristeza y desmayo. Se habían esforzado mucho para mostrar en la construcción de sus edificios una fe viva en el concepto de 1+1=2. Estaban convencidos de que era un valioso principio que jamás debía abandonarse, sin importar cuan llamativa fuera la nueva era. Además, el fundador y maestro de Arquitectura había predicho que un día ocurriría un tremendo terremoto que acabaría con casi toda Terra Firme y daría a conocer para siempre cuáles edificios se habían construido sobre el concepto 1+1=2 y cuáles no.

Estos arquitectos intentaron de muchas maneras advertir a la población acerca del peligro inminente en que se hallaban. Unos creían, otros no.

Repentinamente, hubo un maravilloso despertar del conocimiento y Terra Firme se convirtió en pocos años en una ciudad fabulosa. La tecnología les trajo máquinas, herramientas, riqueza y lujo. Las escuelas de arquitectura, conscientes de los cambios modificaron sus filosofías y conceptos. Por todas partes surgieron nuevas escuelas con miles de estudiantes. Las antiguas universidades con su concepto de 1+1=2 fueron perdiendo influencia y estudiantes. Algunas fueron cambiando para estar de acuerdo con la creencia popular.

Un buen día, un famoso arquitecto de una de las más prestigiosas universidades de Terra Firme, un tal Dr. Lucio Dudas, publicó un estudio que dejó perpleja a la población. Había inventado una calculadora que probaba un nuevo concepto; que era posible 1+1=3. También había surgido una nueva sustancia llamada Pegante Mágico que mantendría junto el concepto 1+1=3, en cualquier aplicación práctica en la construcción que uno deseara usarlo. De la noche a la mañana la nueva calculadora y el Pegante Mágico se pusieron en boga en Terra Firme. La gente los compraba como pan caliente, parecía que iban a resolver los problemas de la construcción y, además, eran muy baratos.

Los seguidores del concepto 1+1=2 estaban atónitos. Muchos de ellos habían investigado profundamente y construido por años sobre ese concepto, pero muchas construcciones de la ciudad, especialmente en los últimos años, habían sido hechas con el nuevo concepto 1+1=3 y el Pegante Mágico. Terra Firme no aceptaba ya más a los arquitectos de la vieja guardia. Parecía que todos los problemas de la ciudad habían encontrado la solución, y a pesar de que todavía se necesitaban hombres para reparar edificios, se creía que muy pronto Terra Firme sería un paraíso y todos sus edificios serían edificados con el nuevo concepto 1+1=3, y el Pegante Mágico. Ninguna otra cosa sería permitida.

Un día oscuro, después de una larga y tensa deliberación el alcalde de Terra Firme y el consejo municipal aceptaron los inventos del Dr. Dudas y, por consejo de la comisión de planificación, decretaron que todos los edificios basados en el concepto 1+1=2 fueran destruidos porque constituían un peligro para la ciudad. Se fijó la fecha para le ejecución del decreto. Se reunieron los grupos de especialistas en demoliciones. La ciudad entera se preparó para el gran acontecimiento. Todo el mundo estaba a la expectativa.

Ocurrió entonces el terrible terremoto.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Un cuento de dos zorros

Había una vez una escuela en el Bosque Fenton. En esta escuela todos los habitantes del bosque aprendían cómo evitar las trampas que ponían los cazadores que venían de la ciudad. Se ofrecían clases sobre: Teorías acerca de donde colocar las trampas, diseños de diferentes tipos de trampas y medicinas para aquellos que por mala suerte cayeran en las trampas.

Dos de los nuevos estudiantes matriculados en la escuela fueron los jovencitos Alfredo Zorro y su primo Samuel. Estos dos eran tan diferentes como el día y la noche. Alfredo estaba siempre preocupado y no quería caer en una trampa, así que prestaba mucha atención en las clases. Samuel era un zorro muy descuidado. Iba a las clases porque los padres querían que fuera. Quería tener buenas notas, así que siempre preguntaba al maestro qué preguntas habría en los exámenes. Quería estar seguro qué debía aprender para no desperdiciar tiempo en cosas sin importancia. A pesar de su pereza para estudiar, no sacó notas tan malas. Aprendía las fórmulas de memoria y las repetía hasta el día del examen, después las olvidaba.

Alfredo, en cambio, deseaba aprender todo lo que podía acerca de las trampas porque no quería caer en ellas. Sabía de zorros descuidados que habían perdido sus dedos en esas trampas y no quería que le sucediera lo mismo. Estudiaba sus materias cuidadosamente. Hacía investigaciones en la biblioteca en cuanto a las diferentes clases de trampas. Estaba tan interesado que estudiaba toda la materia.

Llegó el día en que los dos, Alfredo y su primo, se graduaron de la escuela. Los maestros consideraban que los dos zorritos habían realizado sus estudios en forma exitosa. El anciano Búho, sabio y excelente director de la escuela, estaba seguro de que Alfredo tendría mucho éxito en la vida.

La noche de la graduación hubo muchas fiestas y celebraciones en las diferentes guaridas por todo el bosque. Los dos primos estaban felices porque los días de escuela habían terminado, así que decidieron disfrutar de las fiestas.

¡Pero qué desgracia! Aquella noche sucedió una gran tragedia. Hoy Alfredo es un zorro my próspero en sus negocios en el oriente del Bosque Fenton, donde dirige una firma de construcción de cavernas para animales del bosque. En cambio, su primo Samuel, está adornando los hombros de una elegante dama en la gran ciudad.