jueves, 27 de marzo de 2008

La fiesta

Me despertó el olor del café. Traté de seguir durmiendo un rato más pero la tentación era demasiado. Así que me levanté. Mi mamá me ofreció café y me dirigí a la sala. Abdiel y su familia decidieron dormir en la sala. ¿No te molestó la música? ¿Cuál música? ¿A poco no la oíste? Caí muerto. Fui a taparte y te enojaste conmigo, me dijo Abdiel. Estaba teniendo un sueño raro con platillos voladores que venían sobre mi… Te toqué y estabas frío, estabas acostado sobre las cobijas… Cuando me tocaste eran los platillos voladores que me estaban agarrando…

¿Vamos a los tacos de cabeza? Me dijo Alfonso. Vamos, deja bañarme. Cuando salí del baño estaba comiendo menudo. ¿Qué no vamos a los tacos? Sí, esto es solo un tentempié.

Alfonso, Jeanine, Abdiel, Vashti, mi papá y yo nos fuimos a los tacos. ¿A dónde fue Alma? Fue a comprar cosas para la fiesta.

A los tacos de cabeza. Llegamos a la calle Monteverde ¿No era aquí donde estaba La Primavera? Aquí a la izquierda estaban las mesitas. Mi papá siempre le decía “las mesitas”. Eran los mejores tacos. Tacos y gorditas, menudo. Ya como eso no hay nada. Ahora es un taller. Aquí estaba. Los tacos costaban 20 centavos. Los mandaba a comprar tacos y se regresaban con el dinero. Y tu nos lo quitabas. Ya como eso no hay más.

Pasamos la Veracruz y cruzamos por donde antes era monte. Donde están estas piedras era la Quinta Amalia. No, no era por aquí. Este era el canal. Por aquí nos íbamos a La Palma. Pero aquí no estaba la Quinta Amalia. Más allá del Cerro de la Campana llegamos a los tacos. Aquí no había nada. Por aquí está un VIPs que a Denise le gusta venir a comer. Sí, por aquí está. Ese cerro, ¿no era de la cementera? Hace mucho que la cementera no está. Ahora están por la carretera que va a Sahuaripa.

Llegamos a los tacos. Nos estacionamos al cruzar la calle en un Oxxo, algo como un 7-11, aunque después vi que también hay 7-11 en México. Entramos al lugar y al fondo están los tacos. ¿Ordeno primero o pago primero? Va bien, joven, coma contento, pague feliz. ¿Qué te dijo el hombre? Coma contento, pague feliz. Así que ordené dos tacos de cabeza y dos de carne asada. ¿Le va a tocar pagar? Con tanta gente, ¿por qué no deja que paguen? Le dicen a mi papá. El nada más se ríe.

Un señor mayor nos prepara una mesa y nos pregunta que vamos a tomar. Los tacos estan ricos. Pero cuatro fueron suficientes.

¿Vamos a La Tierra? Yo quiero ir pero mi papá no va a querer. Agarra para allá y vamos aunque no quiera. Te digo que aquí quedaba la Quinta Amalia, les digo otra vez cuando vemos las piedras al lado de la calle. Estás loco, por aquí no era. ¿No está la Pepsi por aquí? Está más atrás.

Tomamos la carretera que antes iba al lado del canal. Ahora se llama Blvd. Colosio. Cuando llegamos al seminario es difícil creer que esté rodeado de casas. Llegamos a un barrio nuevo donde tienen casas modelo. Muy bonitas. Pegadas una a la otra, como si fueran townhouses. Las más baratas empiezan a $150,000.00.

¿Por donde quedaba La Palma? Por aquí. Esto era la Cruz del Norte. Ahora es un hospital psiquiátrico. La misma cosa. El Mezquital del Oro ya no existe. Está todo abandonado. ¡Cuantas veces vinimos por este camino! ¡Con Jacobo! ¡En la carreta con la mula! Al fondo estaba la casa de un compañero de clases en el Central. No queda ninguna de las casas de los dueños. Entrábamos a jugar cuando nos íbamos a pie a la casa. Había unas casas lindas con un césped precioso. ¿Qué pasó? Se acabó todo. Los hijos de los dueños no siguieron.

¡Hay casas en el Huical! ¡Todo está lleno de casas! Una puerta cierra el camino que llevaba frente al Huical hacia el terreno de Jacobo, pasando por el terreno de Tacho hacia La Palma.

Por aquí vivía el Negro de la Villa Pesqueira. Más adelante. ¿Dónde vive el Tolo? Ya se murió. ¿Y la maría? La María vive por aquí. Métete aquí. Seguimos un camino de tierra y llegamos a una casa con techo de lámina. ¿Cómo se llama el hijo de la María? Un muchacho está trabajando en un auto. ¿No está el Lleto? ¿El Lleto? Sí. Entra a la casa.

Seguro le está diciendo, ahí te buscan, ¿quién? ¡que se yo! Unos batos en un carro gringo.

Nos bajamos del carro y sale el Lleto. No veía al Lleto hace como 30 años. El Tolo y la María fueron trabajadores de mi papá en La Palma, que también llamábamos La Tierra. El Lleto ha de haber tenido unos seis años cuando vinieron a trabajar a La Palma. ¡Quihubo Lleto! Nos mira desconfiado hasta que ve a mi papá. ¿Qué pasó Alfonso? ¿Ya andas pisteado cabrón? El Lleto se ríe. ¿No te acuerdas de nosotros? No. Soy Abdiel, jugábamos juntos, ¿no te acuerdas? ¿A poco estás pedo? ¿Te dejó la vieja? El Lleto se ríe. No ahí está. ¡Como están gordos! De ti si me acuerdo, le dice a Abdiel. ¿Cuánto hace que no nos vemos? ¡No puedo creer que estés tomando a estas horas! Insiste mi papá. El Lleto se ríe. ¿Cuántos hijos tienes? Tengo tres, este es el mayor, se dirige al que está trabajando en el carro. Es el Lletito. Lletito, ven, a que conozcas estas gentes. Lletito viene con no muy buen gusto y nos saluda. Jeanine y Vashti se bajan. ¿Y la María? Por ahí está. ¿Y las vacas? Las vendí, no había donde darles comida. ¡Cómo hacía que no nos veíamos! El Lleto nada más se sonreía.

María, la madre de el Lleto llegó a los pocos minutos. Vinimos a comer tortillas, le dice mi hermano Alfonso. ¡Qué bueno! ¿Trajeron tortillas? Le contesta. Todos nos reímos. La María no nos reconocía tampoco. Hablamos de el Tolo, que había fallecido hace cinco años, de aquellos años, hace más de treinta años, cuando trabajaban para mi papá. Nos dijimos adiós. ¿Podrías creer que ha pasado tanto tiempo?

Mi papá nos contó de un campo en la costa que está en venta. Tiene cuatro casas y pozos perforados para ganado. Piden 80 o 90 mil dólares. ¿Dónde está? Antes de llegar a Siete Cerros. Decidimos no ir a ver el campo porque tenemos que ir a Costco para comprar cosas para la fiesta.

¿Cómo fue que fuimos al Sabueso? Le pregunté. Nada más me metí. No debía de haberme salido, me dice mi papá. Estaba solo, abandonado. Había cuatro casas completas, con todo. Estilo americano. Como que fue un campo de los americanos. Tenía hasta pozos perforados. Que bruto fui, no debía de haberme ido de ese campo. Estaba molesto con don Alonso, mi abuelo, y me fui para el Sabueso. En aquellos años, dice Vashti, los americanos solo podían tener propiedades por quince años en México. Después de los quince años se han de haber tenido que ir. Lo malo de el Sabueso eran los mosquitos de noche.

Fuimos a Costco y compramos algunas cosas para la fiesta. Por la desvelada del día anterior yo sentía que me estaba resfriando. Una coca-cola fría me volvió el espíritu al cuerpo. O el cuerpo al espíritu, lo que sea de cada quien.

Por la Reforma Abdiel empezó a manejar pegado al lado izquierdo de la calle y muy despacio. ¿Qué buscas? ¡Ah, ya se! ¡Buscas si todavía está donde pusiste tu nombre en la acera! A unas dos cuadras se detuvo y se bajó del carro. Regresó sonriendo. ¡Ahí está! Se detuvo justo frente a su nombre. Lo que falta es la fecha. Cuando remendaron la acera quitaron la fecha, pero el nombre todavía está. ¡Quién lo hubiera dicho, después de tantos años!

Cuando llegamos a casa ya habían colocado las mesas. ¿A dónde fueron? Nos dice Alma. Fui a buscarlos a los tacos y ya no estaban. Adriana con el Peter y Dennis habían ayudado. Decidí acostarme a dormir un rato.

Me despertó el olor a chorizo. ¿Alberto está dormido? Preguntó alguien cuando desperté. Eran como las dos de la tarde. Había frijoles caldudos y chorizo con papas. Eso fue el almuerzo. Salimos después a sentarnos en el patio y platicamos hasta que empezó a llegar la gente.

Llegaron amigos del trabajo de Alma y algunas amistades y familiares. Peter trajo sus bocinas y usamos mi iPod y el de Dennis para música. Llegó el taquero y empezó a cocinar. Mi prima Griselda llegó y platicamos un rato. El taquero empezó a repartir quesadillas y totopos con guacamole y después vinieron los tacos. ¿Y el mariachi? Alma llama al mariachi y le dicen que no está en la lista. Un malentendido. En lugar de las siete, se aparecen después de las ocho.

¿Y esa música? Me dice varias veces Alfonso. Es lo que le gusta a la gente. Ahí queda el asunto.

Alma partió el pastel y el mariachi tocó las mañanitas. Yo sentía todavía que me estaba resfriando y se me había casi ido la voz.

Subí al cuarto de Alma para ver si tenía algo en el correo electrónico y tengo un documento que traducir. Estoy haciendo eso cuando me dice mi papá que mi prima Elizabeth llegó también. No veía a Elisa desde que me fui a Montemorelos. ¡Mira que ha llovido desde entonces! No ha cambiado nada.

Se fue al fin toda la gente y Alma abrió sus regalos. Estaban todos reunidos en la sala y hubiera querido quedarme a platicar hasta la madrugada. Teníamos que salir a las 4:30 de la mañana de casa para estar en el aeropuerto a las 5:00. ¿Te puedes levantar sin problema? Me preguntó mi papá. Entonces me despiertas. Me despedí de mis hermanos, mis hermanas, mi cuñado y mis sobrinos. Caí cansado en la cama pero pasé una noche con un sueño inquieto despertando cada media hora. Desperté a mi papá a las 4:15 después de haberme bañado y haber tenido mi equipaje listo para partir.

Mi mamá estaba despierta y me ofreció café. No gracias, estoy bien. A las 4:30 estábamos en camino al aeropuerto. La ciudad estaba muerta a esas horas. Unos taqueros estaban preparando sus carritos. ¿Se pasarían la noche despiertos o será que acaban de llegar? Mi papá estaba muy conversador hasta que me dejó en el aeropuerto. Había pasado poco más de 36 horas en Hermosillo.

Camila, retrato escolar

Camila llegó de la escuela el lunes sintiéndose mal. Me siento resfriada. Me duele la garganta. ¿Me puedes dar algo? Denise estaba viendo la tele en el family room y Camy se acostó a su lado en el sofá y se quedó dormida. Cuando cenamos nos dijo que prefería dormir. A eso de las diez la subí a dormir y me dijo que tenía hambre. Últimamente lo único que quiere comer es cereal frío con leche. Se pasó dos días en cama.

Esta mañana se levantó temprano. Cuando vine a ver mi correo electrónico, Camy había puesto varios sobres con información de la escuela en el teclado de la computadora. Entre ellos estaba un sobre con esta foto y otras similares. Lo había traído de la escuela desde el lunes pero no fue hasta hoy que lo puso en mi escritorio.

Mi hermano Abdiel

Buscando por ahí entre los cachibaches y los hojarasca que hemos estado acumulando Denise y yo en treinta años de casados --se cumplen este año en agosto, ¡mira que el tiempo corre cuando queremos que se quede un rato con nosotros!-- encontré algunas fotos dignas de mantener. Entre ellas estaba esta de Abdiel, mi hermano menor, que se tomó por allá en 1981, cuando estuviaba en la Academia de Glendale.

lunes, 24 de marzo de 2008

Traductor mexicano

Un mexicano busca un amigo también mexicano para que lo ayude en la traducción con un doctor.

En el consultorio del doctor:
Doctor: What's wrong with your friend?
Amigo: Dice el doctor ¿Que es lo que tienes?
Mexicano: Dile que me duele en medio de las paletas y el dolor me sube hasta la cien.
Amigo: He says that his popsicles hurt in the middle and it goes up to the one hundred!
Doctor: What else?
Amigo: ¿Qué más tienes?
Mexicano: Las muñecas me duelen mucho en las mañanas.
Amigo: He say his dolls hurt very much in the mornings.
Doctor: Tell your friend he is mentally retarded.
Amigo: El doctor dice que te pongas mentolato por las tardes

domingo, 9 de marzo de 2008

Cumpleaños de Alma

Image hosted by Webshots.com
by albvale Subí una treintena de fotos a mi colección de albumes en Webshots. Si le haces click a la foto te llevará directamente a donde se encuentran las fotos . . . Algunas aparecieron con nombres raros que voy a cambiar después, cuando tenga acceso a una mejor conexión de internet.

viernes, 7 de marzo de 2008

Receta para menudo

Esta receta me la disparé de por ahí. Nunca he hecho menudo y lo más seguro que alguno se va a quejar de la preparación o el ingrediente. Acepto sus sugerencias. Que conste que este supuestamente es el menudo estilo Sonora . . .

Ingredientes
1 kilo (2 libras) de panza
4 a 8 tazas de agua (según sea necesario)
1/2 kilo (1 libra) o más de hueso de pierna, cortado en pedazos
1 cabeza de ajo
1 chile verde entero
1 cebolla
3 hojas de laurel
1 kilo (1/2 libra) de nixtamal
1 manojo de cilantro
Sal al gusto
Cebolla de rabo verde al gusto
Limones

Utencilios
Olla o recipiente lo suficientemente grande
Cucharón de palo

Preparación
Limpie la panza raspándola con un cuchillo para quitarle el excedente de grasa y otros sedimentos (principalmente químicos usados para limpiarla en la matanza).

Una vez que la panza está bien limpia, cortarla en cuadros de 1 pulgada (2.5 cm) aproximadamente y ponerla en la olla junto con los huesos. Vertir el agua hasta llenar la olla, añadir la cebolla, el chile, el ajo y las hojas de laurel. Encender la lumbre hasta que hierva el agua. Bajar la llama para que se mantenga hirviendo a fuego lento. Esto puede tomar, dependiendo de la textura de la panza y su cantidad, de 4 a 6 horas o más.

El menudo está listo es cuando la panza está blanda.

Cuando se forme espuma en la cocción, puede sacarla con un cucharón para evitar que el menudo se ensucie. Poner cuidado en no permitir que toda el agua se evapore, cuando se necesario agregar más agua, agregue agua hirviendo para evitar detener el proceso de cocción y que la panza se ponga dura.

Si quiere obviar tiempo y no esperar tanto tiempo como se menciona anteriormente, utilice la olla de presión para cocer la panza. El tiempo aquí es sustancialmente pequeño y varía entre 30 y 45 minutos.

Saque el ajo, la cebolla, los huesos, el chile y el cilantro del cocido y sazónelo con sal al gusto.

Si el menudo está desabrido (esto sucede debido al tipo de panza y del hueso utilizado), agregue consomé de res en polvo o en cubos.

Si usa nixtamal sin cocer, lo puede cocer separadamente para evitar tener que agregárselo en el momento oportuno a la panza. Si usa nixtamal de lata o de bolsa, este está precocido y puede agregárselo de 20 a 25 minutos antes de que la panza esté lista.

Pique cebolla de rabo verde, incluyendo el rabo de esta, rábanos, cilantro y chile de su preferencia, habanero, jalapeño, chile verde, chiltepín, etc. Ponga estos aderezos, arreglados y servidos a su conveniencia en la mesa.

Sírvase el menudo en un plato hondo y corónelo con la cebolla, el chile y el cilantro picado a su gusto. Se acompaña con pan, el cual puede estar tostado y con mantequilla.

De San Diego a Hermosillo

NOTA: Quiero agradecer a mi cuñada Jeanine que tomó las fotos que aparecen en este relato. Las bajé de su album en Flickr: http://www.flickr.com/photos/jeas_fotos/sets/ 72157604053812573/

Partí de Baltimore el jueves 28 de febrero rumbo a San Diego. El vuelo hizo escala en Dallas donde pensaba que habría comida mexicana para comer antes de llegar a San Diego. Me sorprendió ver que el aeropuerto solamente tiene la comida rápida típica de cualquier otro aeropuerto. Es más, la comida no era tan variada como en algunos otros aeropuertos. Me resigné a comer en un restaurantillo oriental de dudosa calidad y reputación. Lo que comí no estuvo malo, pero tampoco estuvo bueno.

Llegué a San Diego como a las 10:00 de la noche y mi cuñada Vashti y su hermana, Adasa, estaban esperándome. Adasa y Vashti se parecen tanto —¿será porque son gemelas?— que fue Adasa la que entró al aeropuerto para encontrarme y no fue hasta que salí a la calle que me di cuenta que Vashti se había quedado en el carro con los niños.

Como ya era la una de la mañana para mi me fui a la cama inmediatamente. Al otro día Vashti fue a trabajar y llevó a los niños a la escuela. Tomé una taza de café con un pan para desayunar y me sorprendió que Adasa empezó a hacer enchiladas a las nueve de la mañana. Voy a llevarle almuerzo a mi hermana al trabajo, me dijo. ¿Tan temprano? Le pregunté. Sí, desayuna a las diez de la mañana. Así que a las diez de la mañana estaba yo, también, almorzando unas enchiladas deliciosas que Adasa hizo en un dos por tres.

Lo que me asombró de todo eso es que unos días antes Denise y yo habíamos hecho enchiladas para la cena y nos tomó como dos horas. Según nosotros habíamos preparado algo sencillo pues también cocinamos arroz, yuca frita, tortas de calabacitas y chile verde, frijoles enteros y ejotes frescos al vapor. ¡Entre los dos nos tomó dos horas! Pero Adasa, por si misma, preparó unas enchiladas con arroz amarillo deliciosas.

Esa tarde como a las siete de la noche llegó el esposo de Adasa y su suegro, el papá de Vashti y Adasa. Adasa se iba a ir con ellos de regreso a Riverside, donde viven. También llevaban el perro de mi hermano y algunos muebles. Con Vashti y los niños nos dirigimos hacia Riverside donde nos esperaba Alfonso, mi hermano mayor y Jeanine, su esposa. Bajamos al perro y los muebles. Vashti manejó el carro de sus padres pues su papá quería ir a Phoenix para estar con su esposa. En el otro auto ibamos Alfonso, Jeanine y Leslie, la hija de Abdiel mi hermano y Vashti. Leslie estaba dormida y no fue hasta una hora después de salir de Riverside que escuchamos su voz diciendo: ¿Dónde está mi mamy? Le dijimos que venía con su abuelo y eso fue suficiente para ella. Se volvió a dormir casi inmediatamente.

Llegamos a Phoenix a las tres de la mañana. En una gasolinera al lado del camino nos encontramos con la mamá de Vashti y Adasa y una tía de ellas, hermana de la mamá. Vashti se vino entonces a su auto que yo había estado manejando y empezamos a buscar un hotel para quedarnos por unas seis horas antes de partir para hermosillo. Y seguimos buscando por más de una hora. No había donde quedarnos. Todos los hoteles estaban llenos debido a una convención, feria o que se yo. El caso es que no encontramos donde dormir.

La tía de Vashti nos había ofrecido quedarnos con ellos pero declinamos, agradecidos, la invitación, pues viven a más de media hora de donde nos encontramos con ellos. Después de buscar sutilmente un alojamiento por más de 45 minutos, nos pudo no haber aceptado la invitación. Habíamos cenado-desayunado en un Waffle House antes de empezar a buscar hotel y para las cuatro de la mañana nos estacionamos al lado de un IHOP para usar el baño y esperar a que amaneciera.

A las seis de la mañana decidimos dirigirnos al hotel donde estaba Abdiel en una convención de su trabajo. Resultó estar más retirado de Phoenix de lo que nos habíamos imaginado. Llegamos a su hotel/resort después de las siete de la mañana y le hablé por teléfono. No nos esperaba hasta las nueve o las diez pero me dijo que se podía ir ya. Bajó casi inmediatamente y nos dirigimos hacia Tucson, Nogales y Hermosillo.

Como una hora después de Phoenix encontramos un Cracker Barrel y paramos a desayunar.

Aunque estábamos desvelados no perdimos tiempo para hablar de cuanta cosa se nos ocurrió y reírnos de nuestras ocurrencias y de unos u otros. En Nogales, Arizona, paramos a echar gasolina y comprar algunas cosas. Estaban las Girl Scouts vendiendo galletitas y Jeanine y yo compramos varias cajas de diferentes sabores. ¡Y a comer galletitas todo el mundo!

Antes de cruzar la frontera estábamos comentando que en Imuris, Sonora, venden unas quesadillas muy ricas. Así que tan pronto llegamos a Imuris, nos paramos al lado de una taquería al lado de la carretera. Comimos tacos de tripas, de carne asada y quesadillas. Nos trajeron una enorme bandeja con todo tipo de cosas para picar antes, así que nos dimos una buena hartada. Antes de parar Vashti dijo, ¿ya van a parar a comer? ¿a poco ya tienen hambre? Alfonso le contestó, no es asunto de hambre, es cuestión de principio. ¿Cómo íbamos a pasar por Imuris y no parar a comer quesadillas? Los tacos ya vinieron por añadidura. Los camiones, autos y autobuses pasaban a unos metros de donde estábamos sentados y nadie se inmutaba. A los pocos minutos también dejamos de prestarles atención. Esto no se ve en los Estados Unidos, comentamos. ¡No saben de lo que se pierden!

A unos cuantos kilómetros después del lugar de los tacos Alfonso vio un lugar donde vendían fruta picada y le pidió a Abdiel que se parase. Compró un enorme baso de plástico lleno de melón, sandía, jícama y no se que otra cosa bañado de limón y chile. ¡Por el principio! Nos dijo. Todos probamos la fruta con limón y chile y, la verdad, estaba muy rica. Con todo, ninguno se enfermó del estómago. Que yo sepa.

Vashti y Abdiel habían calculado que íbamos a llegar a Hermosillo a medio día. Con tantas paradas a comer no llegamos hasta como las cuatro de la tarde. Abdiel decidió dar un recorrido por las calles y nos asombramos de lo mucho que había cambiado la ciudad. Aquí no estaba esto. Tal cosa ya no esta aquí. Esa calle ahora es de un solo sentido. Como hay edificios nuevos. En esta escuela estudié la primaria, dijo Alfonso, cuando pasamos por la San Benito. Aquí estaba un lugar donde vendían root beer y, ¿cómo se llamaba esa otra bebida? Por aquí escribí mi nombre en una acera, dijo Abdiel. ¿Cómo se llamaba esa otra bebida? Un nombre raro, como de medicina. No creo que esté todavía en la acera, ¿cuánto tiempo hace de eso? ¡Uy, más de treinta años! ¡Perisodato! ¡Se llamaba perisodato! Y tenía un sabor como a medicina pero me gustaba mucho. ¡Ahí está todavía! Root Beer Gil. ¡Tiene más de cuarenta años en el mismo lugar! Tenemos que venir a tomar root beer. No fuimos.

Íbamos por la calle Reforma y en la Quintana Roo dimos vuelta a la derecha. Ahí adelante estaba la Casa de Cananea. Esa esquina antes era una farmacia. Aquí vivía aquella señora que lavaba ropa, ¿cómo se llamaba? ¡La casa de la Coyo! Aquí vivía el Archuleta. ¿Dónde viven ahora los Paredes? ¡Hay talleres donde estaba su casa! ¡La zapatería del mudo! Pero el mudo se murió hace mucho y es ahora de otra gente. La casa de mis padres . . .

Nos bajamos haciendo bulla cuando Alma, mi hermana, estaba saliendo a regar las matas. ¡Mhijitos! ¡Ya llegaron! Como la canción de Alberto Cortez, los perros que no me olvidaron y los abrazos que me dan mis hermanos. Mi papá salió después y mi mamá estaba tomando una siesta. Alma y mi mamá tenían una pañoleta en la cabeza porque se les ha caído el cabello debido a la quimioterapia que han estado tomando para combatir el cáncer de las mamas.

Nos sentamos en la sala a platicar. No dormimos en toda la noche. ¡Que grande estás Kevin! El hijo menor de Abdiel y Vashti se llama Kevin pero yo le digo Peben Eleven. ¿Cómo te llamas le digo? Kevin. No, te llamas Peben Eleven. ¿Cómo te llamas? Kevin. No, te llamas Peben Eleven. ¿Cómo te llamas? Peben Eleven. ¿Ves que te llamas Peben Eleven? Y el chamaco se rie. ¿Y mi mamá? Está durmiendo, Adam, hijo de Alma va a despertarla. ¡Mhijitos! ¡Llegaron! Besos y abrazos. Ya llamé a Adriana, ahorita viene. Adriana, mi hermana, llega y se repiten los mismos ¡mhijito! ¡mhijita! Vienen con ella Dennis y Peter, sus hijos.

Tocan a la puerta. Algunos conocidos de la iglesia vienen a visitar a mi mamá. Así que nos retiramos a la cocina. ¿Tienen hambre? ¡Estos no han dejado de comer desde que salimos de Riversida! No es cierto, desde que salimos de San Diego. ¿Quieren ver el cochi? ¿Un cochi? ¿Tienen un cochi? Todos salimos al patio. Aquí podemos hablar más alto sin molestar a las visitas.

Desde el patio escuchamos que están cantando. ¿De donde salio el cochi? Me lo regaló un primo que vive en la costa, me dice mi papá. ¿Qué primo? Hijo de un hermano de mi papá, me dice mi papá. Ráscale la panza para que veas. Adam le rasca la panza y el marrano se tira al suelo, sin dejar de comer. Jeanine le tome fotos y le rasca la panza. El cochi está feliz con toda la atención.

En la lumbre está una olla de menudo. ¿No quieren menudo? Antes de que contesten salen los platos y empiezan a servir platos humeantes de menudo. ¿Quieren pata? No me gusta la pata. ¿Qué tu quieres? Lo que sea, nada más sirve. ¡Pero si han comido todo el camino! ¡Es por principio! ¿Quieren pan? ¿No tienen chiltepines? ¡Qué rico! ¿Qué es esta yerba! Es orégano.

Llegan otras visitas. Varios quieren ver al cochi. ¿Qué van a hacer con el cochi? Cuando no lo quieran me lo dan. Payta, esposo de Adriana, llega más tarde, cuando ya se han ido las visitas y volvemos a la sala. ¿Qué pasó cuñado? A manera de saludo. Apretones de mano y abrazos. Ahora estilo Santa Rosa, dicen, me tocan las yemas de los dedos de la mano derecha con las yemas de los dedos de su mano derecha y me tocan el hombro con las mismas yemas. ¿Cómo está, está bueno? Ese fue un apretón de manos y un abrazo estilo chero.

Nos sentamos en la sala a conversar. ¿A que horas sales el lunes? A las seis. ¿Sales de aquí a las seis? No el avión sale a las seis. Como nadie dice nada parece que a mi me va a toca la piedra, dice mi padre. ¿Cómo? Que yo te voy a tener que llevar al aeropuerto. Parece que si. ¿Vamos a comer tacos de cabeza por la mañana? ¡Vamos a tener que ir! ¡Ustedes solo hablan de comida! ¿De que más vamos a hablar? ¿Vamos a conseguir un barril para la fiesta? Me quedé dormido sentado en el sofá, mientras todos platican a mi alrededor.

Los días del arcoiris

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by albvaleUna colección de fotos de varios años atrás . . . Hazle click a la foto y te lleva directo a la coleccion de fotos . . . Podría hacer un comentario largo, detallado y elavorado de cada foto, pero prefiero que uses la imaginación . . . Algunas son de 1980, otras de cuando todavía no iba a Montemorelos, a principios de los 70. Varias son de nuestros días en el área de Washington y algunas de cuando Denise y su familia vivían en Madison, Tennessee . . .