Se que ya han visto la pinta de este poco más que jumento, pero quiero compartir algo que me causó mucha impresión. Notarán que la foto no es de el otro día, sino que ya le ha llovido —y bastante—, pero en esa ocasión tuvimos la oportunidad de saludar al Papa e intercambiar unas cuantas palabras.
Uno de sus asistentes, me parece que era un fraile lego ya que era un evento de alta alcurnia en la iglesia y todos vestían sus ajuares del oficio pero él estaba de traje y corbata común, nos presentó por nombre y lugar de origen.
¡Mexicano! Me dijo el Papa. Tengo muy buenos amigos en México.
Pues ahora tiene otro. Le dije.
Sí, sí, gracias. Me contestó.
No fue hasta que recibí la foto que el fotografo oficial del Vaticano tomó que me di cuenta como le había estrujado la mano. El simplemente la extendió, sin hacer ningún esfuerzo por dar un apretón de manos común y corriente. Para esas alturas del juego ya están acostumbrados a que le besen el anillo o la mano o queseyo.
Los tres a la derecha del Papa trabajamos juntos por unos cinco años en un proyecto especial en Italia. La cara que apenas se ve es la del italiano con quien trabajábamos. Uno de ellos es chileno, el otro canadiense y un servidor mexicano. Los italianos nos llamaban “los americanos”, lo cual nos daba mucha gracia.
De ahí salimos y viajamos unos 45 minutos hacia la costa, Ostia, a cenar pescado a la orilla del mar.
miércoles, 16 de julio de 2008
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1 comentario:
Hola:
Yo cmí en un excelente restaurante de Ostia Antica, llamdo Il Monumento. Tal vez lo viste.
Saludos
Juan Manuel
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