¿Qué tan bueno para
mentir eres? La mayoría de la gente piensa que son buenos para mentir pero, en
realidad, no es tan fácil engañar a los demás. Hay una prueba muy fácil que
puede determinar tu habilidad para mentir. Usando tu dedo índice de tu mano dominante
—si eres zurdo o diestro—, dibuja una Q mayúscula en tu frente.
Algunos dibujan la Q de
tal manera que ellos mismos la pueden leer. O sea, colocan la cola de la Q en
el lado derecho de su frente. Otros la dibujan de tal forma que los demás la
puedan leer, con la cola de la Q en el lado izquierdo de su frente. Esta prueba
provee una medida aproximada del concepto conocido como «auto-evaluación».
Quienes tienen un alto concepto de autoevaluación tienden a dibujar la letra Q
de modo que pueda ser vista por quienes los miran de frente. Quienes tienen un
bajo concepto de autoevaluación tienden a dibujar la letra Q de forma que ellos
la pueden leer.
Las personas con un alto concepto de
autoevaluación tienden a preocuparse por la forma como los demás los miran. Son
felices al ser el centro de atención, pueden adaptar fácilmente su
comportamiento para acoplarse a la situación en la que se encuentran y son
habilidosos en manipular la forma como los demás los ven. Como resultado,
tienden a ser buenos para mentir. En contraste, quienes tienen un concepto bajo
de autoevaluación, tienden a ser la misma persona en diferentes situaciones. Su
comportamiento es guiado por sus sentimientos internos y sus valores y son
menos atentos al impacto que causan en los demás. Tienden a mentir menos y no
son habilidosos en hacer trampa.[1]
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