viernes, 25 de julio de 2008

Una selección de cachorros

Pues Camy les ha puesto nombres a todos los cachorritos. Lo cual nos va a doler más cuando ya no estén con nosotros y veamos las fotos. Este nació último. Es el más calmado y que se parece más a Coco —el padre— en temperamento, aunque los colores son los mismos que tenía Maxie cuando vino a casa. Es también el más pequeño de los cuatro.
Este es Remus, Remo en español, nombrado por uno de los fundadores de Roma. En realidad, el padrino de Harry Potter. ¿No tiene cierto aire medio brujo? Luciana, una amiga brasileña ya lo ha solicitado —lo siento señoritas. Pero dice que ese nombre le parece muy difícil para su "brasileño". ¿Rimo? ¿Romo? ¿Por qué no le pones otro nombre Camy? ¡Rimo es muy difícil para mi!
Otra foto de Remus. Como pueden ver, es todo un consagrado de la pantalla tanto chica como grande. Ni se diga de sus "apapachadores". Como han adivinado, estamos en la oficina y estoy usando la camarita de mi Mac para tomar las fotos.
Este es Stephan, no se de donde Camy sacó ese nombre. Yo le llamo Stephanovitch y Camy dice que le digo Stephanobitch. En Los Angeles había un comercial de un plomero que se llamaba Jack Stephan y en el comercial el locutor le llamaba Stephanovsky, Stephanovitch, etc. y el hombre se molestaba y decía ¡Stephan! ¡Jack Stephan!
Stephan ha sido mi favorito casi desde que nació. Cuando nacieron los cachorritos yo estaba por salir de viaje así que no los ví hasta que tenían más de una semana de nacidos y este fue el que más me llamó la atención. Es altanero, "echao pa'lante", chillón, empujón, mordelón, "ladrón", etc., etc. Todos los rasgos de su madre, Maxi. Aunque tiene más parecido físico a Coco.
Me parece que fue al que le llamó más la atención lo que estábamos haciendo y estuvo dispuesto a colaborar desde el principio.



Es probable que los nombres cambien conforme Camy viene y me corrige todas estas entradas. Este otro es Sirius. Luciana se iba a quedar con Sirius originalmente pero después cambió de opinión. Aunque me digan racista, quiero uno de los blanquitos. ¿Como voy a pronunciar ese nombre? ¿Cheerios? ¿Curious? No, eso es muy dificil para una brasileña. Sirius, por supuesto, recibe nombre por Sirius Black.
A Sirius no le gustó el flash de la cámara. Cerraba los ojos cada vez que le tomaba una foto.

Así que ahí los tienen. Son una fábrica de orines y cuacha. Hasta ahora Maxie se ha encargado de los pañales pero, como empezaron a comer croquetas de perro y a tomar agua, ya no está muy interesada a hacer servicios de limpieza.

Coco les tiene miedo. En varias ocasiones los cuatro lo han rodeado y el pobre no sabe que hacer.

Maxie empezó a jugar con ellos esta semana como si fueran perritos y no sus cachorritos. Es lo más graciosa verla ladrarles y meterse en sus juegos.

miércoles, 16 de julio de 2008

Humildemente

Se que ya han visto la pinta de este poco más que jumento, pero quiero compartir algo que me causó mucha impresión. Notarán que la foto no es de el otro día, sino que ya le ha llovido —y bastante—, pero en esa ocasión tuvimos la oportunidad de saludar al Papa e intercambiar unas cuantas palabras.

Uno de sus asistentes, me parece que era un fraile lego ya que era un evento de alta alcurnia en la iglesia y todos vestían sus ajuares del oficio pero él estaba de traje y corbata común, nos presentó por nombre y lugar de origen.

¡Mexicano! Me dijo el Papa. Tengo muy buenos amigos en México.

Pues ahora tiene otro. Le dije.

Sí, sí, gracias. Me contestó.

No fue hasta que recibí la foto que el fotografo oficial del Vaticano tomó que me di cuenta como le había estrujado la mano. El simplemente la extendió, sin hacer ningún esfuerzo por dar un apretón de manos común y corriente. Para esas alturas del juego ya están acostumbrados a que le besen el anillo o la mano o queseyo.

Los tres a la derecha del Papa trabajamos juntos por unos cinco años en un proyecto especial en Italia. La cara que apenas se ve es la del italiano con quien trabajábamos. Uno de ellos es chileno, el otro canadiense y un servidor mexicano. Los italianos nos llamaban “los americanos”, lo cual nos daba mucha gracia.

De ahí salimos y viajamos unos 45 minutos hacia la costa, Ostia, a cenar pescado a la orilla del mar.