jueves, 28 de septiembre de 2017

El horizonte de la esperanza

El horizonte de la esperanza
Confundido y desconcertado por las terribles calamidades que había sufrido, Job escucha la explicación a sus problemas presentada por sus “amigos”. Su respuesta, defiende su integridad, pero primero aclara su entendimiento del poder y la majestad divina. En medio de su declaración acerca de quién es Dios y cuan grande es su poder, Job dice: “Dibuja el horizonte sobre la faz de las aguas para dividir la luz de las tinieblas.” (Job 26:10). ¿Qué quiere decir dibuja el horizonte?
      Me gusta contemplar el océano y ver como la luz se refleja en las olas, ver las olas arrollarse en la playa y, sobre todo, ver una puesta de sol en el horizonte. Es una de las experiencias más consistentes y placenteras.
      Desde nuestra perspectiva en este planeta, pareciera que el sol “se pone” en la oscuridad del horizonte conforme desaparece, aunque en realidad es la rotación de la tierra la que nos da esa impresión. Job no es un científico y su declaración no es una declaración científica. Es una declaración de un hombre cuyo punto de vista ha sido moldeado por lo que ha visto. Entre las cosas que ha visto -incluyendo los problemas que le han sobrevenido- es el constante salir y ponerse del sol y un horizonte que se extiende como una frontera entre la luz del día y la oscuridad de la noche.
      Desde el punto de vista de Job, Dios mismo ha fijado esa frontera y no puede ser alterada. “Dibuja el horizonte sobre la faz de las aguas para dividir la luz de las tinieblas”. Job señala que hay oscuridad y hay luz. Están separadas por una frontera puesta por Dios mismo -una frontera que podemos ver cada día demarcando nuestra visión y el horizonte donde se unen, donde el sol sale y se pone. Job cree que aunque todo en el mundo se ponga de cabeza, aunque todo sea puesto bajo peligro y sea destruido, el horizonte siempre va a estar presente, inalterable y absolutamente seguro. En esa seguridad está su esperanza.
      La historia de Job nos pide que creamos en algo que es casi imposible de creer: que Job (que representa a todos los hombres) continuará creyendo en Dios y confiando en Dios a pesar de las peores circunstancias imaginables. ¿Cómo puede continuar creyendo? ¿Por qué no “maldice a Dios y se muere”?, como le sugiere su mujer?
      En su respuesta Job señala al horizonte. Indica aquella experiencia que no ha cambiado en su vida, aquello que no ha cambiado para ninguno que él haya conocido, o cualquier persona en cualquier tiempo o en cualquier lugar. Job sabe que hay “una frontera entre la luz y las tinieblas”. Él sabe que las tinieblas vendrán con la noche, pero que la luz retornará con el sol y que Dios mismo ha fijado la frontera entre ellos. Proclama su confianza de que sin importar lo que le pase, el horizonte va a permanecer, tan fijo como siempre. Su esperanza esta fundada en aquello que es más seguro que sus problemas: al fin de lo que puede ver se ha marcado una frontera. Le produce esperanza el saber que es una frontera que nunca es alterada. Tiene fe que aquel que estableció el arco de su horizonte es Dios.
      Cada día vemos cosas que no son fáciles de comprender. Tenemos experiencias y afrontamos circunstancias que ponen a prueba nuestras creencias y desafían nuestros valores. En el mundo que nos rodea vemos desastres y calamidades naturales, guerras y conflictos absurdos, problemas que parecieran no tener solución.

      Pero también podemos ver el horizonte. Podemos contemplar una puesta de sol y sentir las tinieblas que nos rodean porque sabemos que la luz retornará con la mañana; las tinieblas conocen su frontera. Tenemos fe que Aquel que ha marcado esa frontera entre las tinieblas y la luz también se preocupa por nosotros. Nos lleva en su mano y nos considera sus hijos. Lleva a todo el mundo en su mano y bajo su cuidado. Ha fijado el horizonte entre la luz y las tinieblas para siempre.

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